viernes, 2 de diciembre de 2016

El hijo díscolo

Por Fernando Luis Rojas

Carlos Javier deseaba cambiar su partida de nacimiento. Quería borrar un cuarto de siglo y comenzar a cumplir años desde 1981. Naturalizó esta obsesión, al punto de escoger como fecha de su alumbramiento el 23 de diciembre; justo el instante en que el popular periódico español El País publicara el primero de sus trabajos contra la Revolución cubana.
Hombre de talento, supo dosificar sus críticas, y entre certezas e invenciones aprendió a hacer flotar todo como verdad consumada. Reconocido, referencial y feliz, solo lo martillaba el viejo documento legal de 1956 y los veinticinco años que le siguieron.
Quería borrarlo todo: la libreta especial con que se benefició en los días más duros, las excelentes escuelas en que estudió y los preceptores personales que tuvo, las vacaciones en ocho países mientras su padre cumplía “compromisos de trabajo”, la oportunidad única de cambiar de Economía a Derecho – cuando se aburrió - en la Universidad de La Habana sin que las normas institucionales se convirtieran en un problema, el carro que manejó – y corrió por la Avenida 26 – desde los catorce años, la ubicación laboral  en un puesto en el exterior apenas se graduó…
Quería borrarlo todo, al menos de la vida pública. Quería convertirse en un hombre sin pasado, pero – paradójicamente – con memoria. El viejo certificado estaba sobre la mesa, y pensó que todo sería más fácil si empezaba de nuevo, si en vez de borrar lo ocurrido antes de 1981 se convertía en un hombre nuevo, en un desconocido, ¡si tenía otro apellido!
Tres cervezas más tarde abandonó la idea, se percató de que odiaba tremendamente el pasado, un pasado que apuntalaba su felicidad. Al final se confesó en secreto que desde su primer trabajo en El País, cada letra venía azarosamente a engrosar su disfrute actual, el mismo de los primeros veinticinco años, solo que conseguido de otra manera. 

1 comentario:

  1. Uno solo valora lo que con sacrificio obtiene por eso un gran cubano de todos los tiempos dijo que el hombre consigue su máxima medida imponiéndose tareas quien fácil obtiene las cosas a expensas de un nombre o condición no valora lo logrado.

    ResponderEliminar

Agregue un comentario