lunes, 16 de febrero de 2015

Unidad Nacional Operativa: Ojalá que solo sea un hasta luego

Acabando el capítulo 10 u 11 de UNO (Unidad Nacional Operativa) llamé a Roly Peña para felicitarlo. Carlos Luis González, el instructor, y Ullyk Anello, el delincuente, protagonizaron una escena que me hizo recordar momentos estelares de los policiacos cubanos.

Carlos Luis movió la entrevista con ironía, sonriente, como debe hacer quien tiene "la sartén por el mango", pero su contrincante, un inteligente estafador, que pensaba salir ileso, no era menos irónico, seguro, agradable ¿por qué no?

Hace muchos años le comenté a Sergio Corrieri que lo que más me gustó de En silencio ha tenido que ser… fue que los agentes de la seguridad del estado vencían a brillantes oficiales de la CIA. ¿Qué mérito tiene ganarle a un enemigo tonto, incapaz y casi siempre iletrado?

El guión de UNO, la dirección de actores, y por supuesto su papel, hacen de Ullyk Anello un delincuente con dominio del idioma, atractivo, bien vestido como son los buenos transgresores de la ley. A su vez, el instructor goza, como el gato con el ratón, y así el televidente disfruta más el enfrentamiento de la ley y el desorden.

Esta es una de las tantas escenas de UNO que he disfrutado mucho, como las del "salsoso" Tomás Cao, el oficial operativo y la convincente Yuni Bolaños como instructora. Han estado bien las actrices Keni Cobos e Iris Abreu que representan a dos peritos.

Dejo a Tamara Morales, la jefa, para último porque si al principio pensé que su dureza estaba justificada, en el transcurso de la serie mantuvo demasiadas actuaciones teatrales, muy poco televisivas, aunque de vez en vez dulcificó su proceder. Habría que ver cómo le hubiera ido a Yipsia Torres en este papel y que no pudo hacer por razones personales.

Pero en general, incluidos los delincuentes, testigos, extras, han estado bien. Ese es un mérito de Roly y Albertico Luberta que dirigió una buena parte de los capítulos.

Poco habrían hecho los dos directores si ellos mismos junto a Eduardo Vázquez y Amílkar Salatti, en un largo trabajo de mesa dieran cuerpo a un buen guion. Al final Albertico escribió nueve capítulos, Amilkar siete y Eduardo dos, pero lo interesante es que si Eduardo fungió como asesor de toda la serie, en el caso de sus piezas los asesores fueron los otros dos, además de otra especialista con la que pudo contar en la escritura de sus segmentos. Durante el proceso siempre discutieron, sobre la base de una tormenta de ideas, desde cada palabra hasta la imagen que deseaban conseguir.

La fotografía de Juan Feria Estopiñán y de Alexander Escobar es una muestra que se pueden lograr buenas imágenes en diferentes conflictos humanos como en Duaba, la odisea del honor, lleno de maniguas y UNO, con escenas citadinas. No puede faltar el destaque de la música de Magda Rosa Galbán y Juan Antonio Leyva, que funcionó como otro personaje más: así trabaja este experimentado duo.

Con UNO, si se realiza otra temporada, se debe tener en cuenta que los actores y actrices, especialmente los protagonistas, aparezcan un martes o jueves como policías y el domingo, contradictoriamente, sean delincuentes en Tras las huellas.

La serie que termina es también otro logro, no sólo de los artistas y técnicos que la concibieron e hicieron, sino de la forma de trabajo de la empresa RTV Comercial que posibilita la creación, no la complica. Para el equipo y los productores felicidades.

Por suerte, los martes, a la hora en la que se ha transmitido esta propuesta empezará Con 2 que se quieran… que si no es un policiaco, su conductor Amaury Pérez Vidal devela para quienes lo vean aspectos pocos conocidos de sus invitados. Estoy segura que él sería un buen instructor policial, todavía recuerdo una receta de cocina que "le sacó" a una gran artista cubana. Así que no creo que salgamos tan mal.

(Tomado del Portal de la TV Cubana)

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