lunes, 16 de junio de 2014

Cuba-Usa: Algo se mueve

Leonardo Padura Fuentes
No puede ser casual que una semana antes de la publicación de Hard Choices, las memorias de Hillary Clinton, se hayan filtrado a la prensa unos extractos del libro en los que se habla, precisamente,  de la política estadounidense de embargo a Cuba.

Respecto al tema candente que ha gravitado sobre la vida cubana durante los últimos 52 años, la Clinton asegura en su libro que durante su periodo al frente de la Secretaría de Estado exhortó al presidente Obama para "que levantara o relajara el embargo, porque ya no era conveniente para los Estados Unidos ni fomentaba el cambio en la isla comunista".
Las opiniones de la ex secretaria de Estado caen en la palestra pública apenas dos semanas después de que un grupo de 44 personalidades de la política, la sociedad y la economía de ese país enviaron una carta al presidente pidiéndole algo similar: una mayor flexibilización de las relaciones con la isla, potenciando los viajes de todos los norteamericanos a Cuba (y no solo de cubanoamericanos, religiosos o proyectos culturales) y llegan a reclamar que se sostengan conversaciones serias con las autoridades del país vecino sobre diversos temas de interés mutuo, como la seguridad nacional.

Aunque el mensaje al mandatario reconoce que, por tratarse de una Ley, poco se puede hacer en el Congreso sobre el tema de la flexibilización del embargo –y más de la cancelación- aun así el presidente Obama tiene en sus manos la posibilidad de impulsar un avance en el acercamiento a Cuba que pudiera ser incluso notable, apoyado en sus facultades ejecutivas y en un momento en que la opinión pública estadounidense favorece una mayor relación con el pueblo cubano.
Según recoge una encuesta reciente que ha circulado en los medios, el 53% de los norteamericanos están en contra del embargo, un porcentaje que se incrementa entre los ciudadanos de origen latino y hasta resulta superior en la compleja comunidad de los descendientes de cubanos, donde alcanza un 73%. Estas cifras reflejan cómo se ha ido produciendo un cambio de percepción importante del tema, incluso dentro del estado de La Florida, donde se afirma que hoy la mayoría de los cubano-estadounidenses están de acuerdo en que la política del bloqueo sencillamente es obsoleta porque no funciona y hasta afecta sus intereses personales y comerciales –más aun a la luz de la nueva Ley de Inversión Extranjera adoptada por Cuba, de la cual ellos no pueden beneficiarse precisamente por la existencia de la Ley del Embargo.
Casi al mismo tiempo en que se hacía pública la importante misiva, llegaba a Cuba Thomas Donohue, presidente ejecutivo principal de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, al frente de una delegación de empresarios que se declararon interesados en conocer de primera mano las nuevas reformas económicas puestas en marcha en Cuba.
Recibido incluso por el presidente Raúl Castro, y luego de visitar proyectos económicos como el que se ha abierto en el Puerto del Mariel, Donahue declaró que ya era hora de iniciar un nuevo capítulo en las relaciones entre ambos países: "el momento de empezar es ahora". Y esa opinión, cuando es expresada por alguien como Thomas Donahue, no es cualquier cosa.

Luego, comenzando el mes, llegó a La Habana una nutrida delegación de periodistas y académicos convocados por la revista The Nation, quienes realizaban su primer intercambio educativo con este país y, como se anunció, el grupo sostendría reuniones con cubanos de diferentes sectores sociales, incluidos trabajadores por cuenta propia. Poco antes, al congreso de LASA efectuado en Estados Unidos, había asistido la mayor delegación cubana en la historia de estos foros académicos.
Este alud de visitas, declaraciones, revelaciones e intereses expresos no puede ser casual. Al cabo de 52 años de bloqueo económico y financiero a Cuba (que impide o dificulta tantas cosas, desde los viajes de los cubano-americanos hasta el hecho casi insólito de que un pelotero cubano radicado en la nación caribeña pueda jugar o no en la Liga Mexicana de Beisbol), parece que al fin la lógica y la razón empiezan a imponerse en Estados Unidos respecto al modo manejar las relaciones con Cuba, aunque tras ella existan motivos de carácter económico y político muy concretos.
Como se sabe, el embargo o bloqueo norteamericano a Cuba es un hijo directo de la guerra fría y de la crisis de los misiles en los tempranos años 1960. Pero su existencia ha perdurado en el tiempo y, en la década de1990, con la esperanza de ayudar a una debacle cubana tras la desaparición de la Unión Soviética, se hizo más férrea gracias a la aprobación de la Ley Helms-Burton, que le ratificó a esa política un carácter extraterritorial. Pero desde entonces el mundo ha cambiado y... Cuba también.
Si todas estas nuevas señales conducen a una flexibilización del bloqueo o, incluso, a que su derogación sea contemplada, Cuba alcanzaría una importante victoria política y los ciudadanos cubanos recibirían un muy ansiado alivio de lo que se ha convertido en un diferendo interminable. En cualquier caso, para la isla y sus proyectos económicos podría ser muy importante quedar libre de una política económica (condenada en los foros de la ONU por la inmensa mayoría de los países del mundo) que ha dejado caer sobre el país y sus habitantes todo su peso a lo largo de sus 52 años de existencia, una política que ahora los propios norteamericanos consideran fracasada (2014).


 

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